sábado, 23 de septiembre de 2023

EL JOVENCITO FRANKENSTEIN (MEL BROOKS, 1974)


DEDICADO A MI AMIGO XAVIER GRÀCIA

Mi amigo de Barcelona Xavier Gràcia me pidió esta película y, después de sondear diversos métodos para hacérsela llegar, he elegido éste, mi blog, para compartirla no sólo para él sino también para todos mis seguidores.

Recuerdo que vi por primera vez esta película de estreno, con mis padres a la tierna edad de siete años. Poco me acuerdo de aquella sesión, pero se me quedaron clavados varios de sus hilarantes momentos que después, con el paso de los años he podido revisar y disfrutar de nuevo.

EL JOVENCITO FRANKENSTEIN fue uno de los film cómicos más exitosos y recordados en la carrera de Mel Brooks, una película que nos permite hablar sobre la relación entre el género y la parodia.

El joven Frankenstein  fue co-escrita por Mel Brooks junto a su amigo, actor y protagonista, Gene Wilder (1933). El film es una parodia no sólo sobre la primera versión de Frankenstein, de James Whale, basado en la famosa novela, sino también sobre el periodo clásico del cine de terror que brilló en Hollywood durante los años treinta y cuarenta, como hice mención al inicio.


A diferencia del film de Whale, la película toma como punto de partida al excéntrico e histriónico doctor Frederick Frankenstein, nieto del famoso científico que dio vida al monstruo, y del cual reniega su parentesco al cambiar la pronunciación del apellido por “Fronkonsteen”. Cierto día, se entera que ha recibido la herencia de su abuelo, tras lo cual deberá viajar hasta su castillo en Transilvania. No me equivoqué. Dije Transilvania, bien sabemos que allí queda el castillo de su congénere Drácula, pero Mel Brooks, casi un adalid de la parodia, hace estas cosas de mezclar y homenajear a otro film de la época como fue Drácula (1931), de Tod Browing, que resultó igual de exitoso para la Universal.


El doctor Frankenstein se despide de su fóbica novia Elizabeth (Madeline Kahan) y llega a destino. Allí lo espera su ayudante, el jorobado Igor o Aigor, interpretado por un grande de la comedia inglesa, Martyn Feldman, aquel inolvidable humorista de ojos claros y saltones, con una voz también particular y reconocible. Ni bien se encuentran, el doctor Frederick Frankenstein, le dice: “¿Sabe? No quisiera ser impertinente, pero soy bastante buen cirujano. Quizá podría ayudarle con esa joroba”. A lo que Igor responde: “¿Qué joroba?”.


El doctor Frankenstein luego conocerá a su asistente de laboratorio, la bella Inga (Teri Garr), y al llegar al castillo lo recibirá la enigmática ama de llaves, Frau Blücher (Cloris Leachman), que ante el solo hecho de pronunciar su nombre, los caballos enloquecen.



Una vez allí, la historia de su abuelo vuelve a producirse como la recordamos, en las siguientes secuencias: el robo de un cadáver, la búsqueda del cerebro que resulta equivocado, la noche de tormenta en el laboratorio, la operación y el grito que todos conocemos: “It´s alive! ¡It´s alive!”. La criatura vive y el pueblo se horroriza del monstruo interpretado por Peter Boyle.



Los temas de la novela vuelven a surgir superficialmente: el hombre que desafia a Dios; la ciencia versus la naturaleza; la  moral puesta en juego ante la racionalidad; las consecuencias del avance tecnológico, etcétera.


Brooks, junto a esta suma de personajes bien delineados, recrea con acierto la estética de la época en relación al film original y también a las formas de hacer cine en los treinta. Para lograrlo opta por la película en blanco y negro, a fin de generar una atmósfera lúgubre de grandes contrastes entre luces y sombras, a partir de una estilizada fotografía de Gerald Hirschfeld. Si bien se emulan momentos de suspenso del film original, nunca se pierde de lado la comicidad, el absurdo, el doble sentido, la ocurrencia en los diálogos y los guiños autorreferenciales a cámara, que rompen con la transparencia del cine clásico. 


La banda sonora, a cargo del músico John Morris, fue escrita para el film, lográndose esa inconfundible melodía del violín que tranquiliza al monstruo. A la reconstrucción de época en el decorado general y el vestuario, se sumó el uso de gran parte de la utilería del laboratorio de la versión de Whale, donde se realizó una de las escenas más importantes y trascendentes del film. La puesta en escena, con sus delicados movimientos de cámara, el cierre del iris y el plano secuencia del comienzo, por nombrar sólo algunos ejemplos, funcionan como citas al estilo de realización de aquellos films del período clásico.

El joven Frankenstein no sólo está considerada dentro de las cien mejores películas cómicas americanas seleccionadas por el American Films Institute, sino que también fue elegida para su conservación en el National Films Registry de la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos.


Brooks logra rememorar y homenajear con cariño y respeto una tradición de films de terror del periodo clásico hollywoodense. A través del humor hace una reflexión sobre el tema del género y lo descontractura, le quita ese rigor taxativo y clasificatorio que lo caracteriza.

Bienvenida entonces la parodia a lo Brooks, cuando ella demuestra que los géneros pueden dialogar, mezclarse, y sentirse más libres cuando nada encaja ni nada resulta tan predecible y esperable a la imaginación.

Disfrutadla.

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